miércoles, 22 de septiembre de 2010

2. Filosofía de la ciencia




La filosofía de la ciencia es, grosso modo, una rama de la epistemología. Allí donde a la epistemología le concierne el estudio del conocimiento, a la filosofía de la ciencia le concierne la menar en que operan los científicos que observan y tratan de explicar el mundo.
Hasta el siglo XVII, la filosofía y la ciencia no eran disciplinas claramente distinguibles. Pero, a medida que surgió el método científico, ha venido a convenirse que ‘ciencia’ es una empresa que, a diferencia de la filosofía, exige la observación de los hechos del mundo. Por supuesto, especialmente a partir del siglo XX, ha habido filósofos que han intentado acercar lo más posible la filosofía a la ciencia (los positivistas), pero hasta ahora, ciencia y filosofía permanecen dos campos distintos, a pesar de que la frontera entre la una y la otra no está claramente delimitada.
La principal preocupación en la filosofía de la ciencia es el llamado ‘problema de demarcación’: ¿bajo qué criterio podemos distinguir a una disciplina científica (como, por ejemplo, la astronomía), de una disciplina no científica (como, por ejemplo, la metafísica), o incluso, pseudocientífica (como la astrología). En torno a esta pregunta, han surgido varias respuestas, cada una de las cuales se ha venido a convertir en corrientes de la filosofía.
A inicios del siglo XX, la respuesta más común frente al ‘problema de demarcación’ fue el positivismo lógico: la verificación es el criterio mediante el cual una disciplina puede considerarse científica. A juicio de los positivistas lógicos, sólo hay dos tipos de proposiciones conceptualmente válidas: aquellas que pueden ser verificadas por algún dato sensorial (por ejemplo, “hay 46 cromosomas en la célula humana”; y aquellas que son verdaderas o falsas en virtud del mismo significado de la proposición (por ejemplo, “todos los triángulos tienen tres lados”). Aquellas disciplinas que empleen proposiciones no verificables, o que no sean verdaderas o falsas en virtud de su propio significado, no pueden ser consideradas científicas.
Karl Popper, no obstante, apreció una dificultad con este criterio: es imposible verificar las proposiciones universales. Nunca podrá verificarse, por ejemplo, la proposición “todos los cisnes son blancos”, pues no podemos plantearnos verificar esta proposición examinando todos los cisnes del mundo. Por ello, Popper estimó más conveniente usar un criterio, no de verificación, sino de falsabilidad: una disciplina es científica cuando tiene la capacidad de falsear (es decir, encontrar al menos un contraejemplo a sus proposiciones) sus hipótesis. Esto lo condujo a colocar en tela de juicio el estatuto científico de teorías como el marxismo y el psicoanálisis.
Más recientemente, varios filósofos han estimado que sencillamente, no hay criterio de demarcación posible. Thomas Kuhn, por ejemplo, ha sostenido que la ciencia opera en función de paradigmas que se cambian, no por vía de un acercamiento a la verdad, sino por modas o circunstancias sociales. Y, estima Kuhn, las teorías son incomensurables entre sí, de manera que no es posible considerar a una más científica que otra. Más radical es el filósofo Paul Feyerabend, para quien, sencillamente no hay método científico, y en el conocimiento, “todo vale”. Naturalmente, a este tipo de postura se le ha acusado de ser ‘relativista’.
Para la participación, responde con elaboración alguna de estas preguntas:

1. ¿Cuál crees que es el mejor criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia?
2. ¿Estarías de acuerdo con la crítica que Popper hace al marxismo y al psicoanálisis?
3. ¿Cuáles son algunas de las pseudociencias más comunes que has encontrado, y por qué las considerarías pseudociencia?
4. ¿Qué críticas harías al criterio de demarcación del positivismo lógico?
5. ¿Por qué algunos filósofos acusan a Feyerabend de ser un ‘relativista’? ¿Es justa esa acusación?

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